jueves, 25 de septiembre de 2008

El proceso de investigacion

EL PROCESO DE INVESTIGACIÓN
por Alfredo Torre

Partamos de la siguiente idea: no existen recetas para hacer periodismo de investigación (PdI). En tal caso, podemos referirnos a una serie de pasos de casi imprescindible realización, llevados a cabo con una lógica secuencial que no siempre deberá ser respetada. Esto es, difícilmente se pueda orientar un trabajo sin la formulación de un objetivo claro y preciso para con posterioridad formular una hipótesis de trabajo, pero es probable que se puedan enunciar una serie de explicaciones provisionales, a los que llamaremos planteos hipotéticos, a fin de evaluar cuál es más consistente y a partir de ahí plantear un objetivo de proyecto. Todos estos pasos son construcciones que hacemos en nuestra mente por imposición de demostrar aquello que consideramos que se oculta deliberadamente ante los ojos de la opinión pública, debido a que la misma podría verse afectada negativamente.

El periodista investigador

Pero antes de avanzar en este asunto, dediquemos unas líneas al periodista investigador. ¿Quién no estaría en condiciones de hacer PdI? Respuesta: ni los dogmáticos ni los escépticos. Tanto los que son capaces de creer sin cuestionar y muchas veces se basan en el principio de “autoridad” (lo dijo el funcionario, el científico, el centenario matutino, etc.), como los que entienden que jamás alguien puede llegar a la verdad. En esto mucho tiene que ver la formación de cada uno. Si nunca nos hemos cuestionado nada en la vida, difícilmente estemos capacitados para asomarnos críticamente a la realidad. Sería un permanente quedar expuestos a dar por verdadero aquellos que otros han armado para que lo incorporemos de ese modo.
En este sentido, somos defensores a ultranza de la formación universitaria de periodistas. Pero atención, para saber hacer un copete y una volanta no es necesario hacer estudios superiores ni tampoco es requisito recitar a Habermas o a Barbero. A lo que nos referimos es que la formación en las universidades debería, en principio, fomentar la apertura mental hacia el conocimiento y una metodología de trabajo –común a las ciencias sociales- que permita ordenar y orientar el proceso de indagación. Sacar un periodista de un sociólogo es posible, al revés, no. Además, el periodista que haga PdI, debe ser una persona culta. Cultivada e informada. Se nos ocurre pensar en que deberían existir algunos requisitos mínimos para garantizar una adecuada formación. Intentemos lo siguiente como un posible ejercicio cotidiano: a) lectura lineal, transversal y/u orientada de no menos de tres periódicos por día, en sus versiones digitales o de papel; b) no menos de dos revistas de actualidad por semana; c) no menos de dos libros mensuales, uno de ellos relacionado a investigaciones periodísticas. A este entrenamiento se le deberá sumar la capacitación en un idioma extranjero (preferentemente inglés), el manejo de las herramientas informáticas que sirvan para el procesamiento de textos, cruzamiento de información de bases de datos y rastreos por Internet, sin descuidar el archivo personal sobre el principio de intereses temáticos particulares y un regular ejercicio aeróbico semanal. Estamos pensando en quien y sobre todas las cosas (y en esto la universidad ayuda y mucho) cuenta con valores éticos inquebrantables. Dicho sea de paso, cualquier renunciamiento en tal sentido, sería un viaje sin retorno. Quien piense en utilizar una investigación para presionar, sobornar o sacar algún tipo de provecho, estará condenado a realizar de ahí en más las acciones más miserables.
Es probable que lo dicho resulte exagerado, especialmente para los estudiantes de las carreras de periodismo. Pero estamos hablando de la formación de excelencia de periodistas dedicados a la investigación. Y aún creemos que nos hemos quedado algo cortos. Los avances de las tecnologías en materia de comunicación e información, han abierto nuevos espacios en donde se requieren profesionales con otras habilidades y destrezas. Nos referimos al periodismo en formato multimedia. No estamos lejos del que así como una generación de periodistas debió pasar traumáticamente de la máquina de escribir a la PC (y no pocos quedaron en el camino), ahora no se requiera del conocimiento en el manejo de cámaras digitales u otros instrumentos que permitan una presentación más compleja y elaborada del material a informar.
De todas maneras, esto resultaría absolutamente innecesario si el periodista no contara con otras no menos importantes cualidades para emprender con esta modalidad profesional. Las detallamos: a) curiosidad; es decir, el deseo de saber, de averiguar, de inquirir; b) interés en darle importancia a las cosas que entienda, justifique y valore puedan ser de incumbencia pública y; c) pasión en la búsqueda de la verdad.
Sumemos a lo antedicho el ser permeables y abiertos para permitir ser atravesados por la realidad inmediata o remota.

Búsqueda de temas de investigación

Posiblemente, este sea uno de los pasos –aparentemente- más difíciles de resolver. Sin embargo, son muchos los recursos a los que se puede echar mano, independientemente de los que cada uno cuente para obtener información a través de fuentes diversas. Citaremos algunos de los que consideramos más efectivos:

a) A través de una detenida lectura de los medios locales o regionales, se podrá observar que en ciertos asuntos tratados quedan un sinnúmero de datos por interrelacionar o situaciones por resolver, fuentes consultadas que pueden saber más de lo que se ha publicado, aristas en la que –profundizando aún más- es probable que aparezcan otras cuestiones no abordadas. Tampoco hay que desechar el contenido de las publicidades y de los avisos clasificados. Muchas historias se pueden esconder detrás de las promesas de un crédito fácil o de la obtención de ganancias espectaculares a través de un empleo.
b) Hay un conocimiento dinámico instalado en el tejido social que merece ser explorado en forma exhaustiva. La gente común, en su diario vivir y a través de su trabajo, estudio, vínculos permanentes o circunstanciales, etc., registra una cantidad ilimitada de información que puede contener -muchas veces- la potencial semilla de una investigación. Podríamos preguntar a personas de distintos ámbitos: “¿qué cree usted que el periodismo debería indagar dentro de su campo laboral o en la ciudad en la que vive?”. Por supuesto, no faltarán las respuestas sin datos ni fundamentos, movilizadas únicamente por el plano emocional.
c) Otro recurso proviene del conocimiento acerca de las instituciones y su funcionamiento. En principio, la idea no es conocer qué anda mal en ellas (aunque tampoco es despreciable hacerlo), sino cómo deberían funcionar correctamente. Veamos los siguientes ejemplos:
• La legislación correspondiente a un territorio dado, establece un régimen de licitación para la compra de bienes de capital e insumos en los organismos oficiales. Esto es lo que -en principio- un periodista debería saber. Pregunta: ¿Todos los llamados y procedimientos de adjudicación se realizan de acuerdo a la ley?
• Existen códigos de procedimiento para la construcción de edificios de propiedad horizontal. Pregunta: ¿Qué esconde el levantamiento de los mismos en zonas residenciales no habilitadas por la comuna?
d) Una modalidad más para relevar temas y que es pocas veces tenida en cuenta, es la lectura de publicaciones de circulación limitada. Por ejemplo, las correspondientes a asociaciones profesionales o de defensa del consumidor, grupos empresarios, entidades deportivas, organizaciones no gubernamentales de diverso tipo, etc. En general, las mismas abordan problemáticas específicas del sector. No obstante, en muchos casos, algunas de ellas también pueden afectar el interés público y contener el germen de otras cuestiones de mayor trascendencia.
e) El imprescindible conocimiento de investigaciones realizadas por otros que han contado con el apoyo logístico (recursos, tiempo disponible, etc.) de las empresas periodísticas en las que trabajan, puede resultar un elemento disparador fundamental. En tal sentido recomendamos revisar las síntesis y repercusiones de los trabajos llevados a cabo por Telenoche Investiga (http://www.telenoche.com.ar/investiga/default.htm ) de Argentina, por cuanto nos pueden dar ideas para llevar a cabo similares propuestas en el ámbito y a la escala que podamos.
f) Otra de las habituales formas de acercarse a determinados temas, es mantener contacto con personas dispuestas a hablar, ya sea por interés personal o por interés cívico. Con respecto al primer caso, algunas de las motivaciones más frecuentes son: desahogar resentimientos (“me maltrató y ahora tienen que saber cómo es realmente”), cobrar venganza (“porque me echaron del trabajo, contaré todo lo que se de la empresa”) o alardear lo mucho que se sabe acerca de algo. En todos los casos habrá que ser muy cuidadosos con los datos y pruebas que nos aportan, por cuanto todo –generalmente- está teñido de un fuerte componente subjetivo. La segunda cuestión se refiere a las denuncias formuladas por los ciudadanos a los medios para que éstos las investiguen, con el espíritu de que se haga justicia o se muevan ciertos resortes de la administración estatal para modificar un estado de cosas que funciona de manera irregular.
En tal sentido recomendamos hacer el siguiente ejercicio: Supongamos que a la redacción de un medio llega una persona que dice conocer que en el organismo nacional en el que trabaja algo más de dos meses, “alguno de muy alta jerarquía estaría envuelto en un caso de corrupción sin precedentes”. No puede precisar quién es exactamente, pero señala que “seguro que es gente muy allegada al gobierno”. Asimismo, calcula que el supuesto fraude debe de representar una cantidad muy importante de dinero. Las razones que aduce tener para formular la denuncia, es su interés de que no se siga robando la plata de los contribuyentes.
Ahora bien, hagamos un exhaustivo listado de las preguntas que le formularíamos al informante respecto de sí mismo (¿es quien dice ser?, ¿cómo pudo enterarse alguien que lleva trabajando solo dos meses de un hecho tan trascendente?), de la institución a la que pertenece y del hecho que denuncia. También elaboremos lógicas lucubraciones generadoras de interrogantes; por ejemplo: “Si ante la pregunta sobre si tiene militancia sindical contesta... entonces le preguntaría....”
g) Las obras literarias o el mismo cine suelen también ser recursos a considerar. Situaciones de ficción pueden tener su correlato en la realidad, o nos ofrecen elementos para imaginar hechos que posiblemente después podamos corroborar empíricamente.
h) Otra estrategia más para conseguir temas: hacer un listado de sucesos genéricos a partir de hechos conocidos (lavado de dinero a través de fundaciones inexistentes, pruebas plantadas para involucrar a alguien, etc.) o investigaciones realizadas por los medios. Por ejemplo, si tomamos el listado diario sobre los actos de corrupción publicados en Latinoamérica que provee gratuitamente “Periodistas Frente a la Corrupción” a través de su lista (http://www.cipe.org/pfc; pfc@probidad.org), podríamos frente a esta selección de noticias establecer si tienen su correlato en los ámbitos en que frecuentemente nos movemos.
i) Revisar investigaciones llevadas a cabo en el pasado y que hayan tenido una importante repercusión en la opinión pública para luego desaparecer, también debería tenerse en cuenta. La idea sería preguntarse: ¿qué pasó a partir de la difusión de... sobre lo cual nunca más se dijo nada más? Posiblemente se hayan mantenido hasta el presente las mismas irregularidades después de la tormenta mediática, debido a nuevos ocultamientos o falta de intervención (por algún motivo que habría que estudiar) de quienes en aquel momento o aún hoy deberían tomar intervención para corregir o sancionar.
j) Detectar situaciones “alegales” en organizaciones o sistemas que posibiliten, mediante el vacío legal, la realización de hechos -por lo menos- cuestionables.
k) Por último señalaremos otras posibles formas de encontrarnos con cuestiones a investigar. Esto sería a través del rumor (voz que corre entre el público); de la filtración (divulgar de manera oculta o a escondidas información secreta o confidencial), de la infidencia (violación de la confianza y la fe debida a otro), o de la confidencia (revelación secreta o noticia reservada).
Pero, sin duda, la mejor estrategia que un estudiante de periodismo puede seguir para sortear este paso inicial del proceso indagatorio, es mantenerse alerta y en estado constante de búsqueda. Este entrenamiento sólo es efectivo si se lo acompaña con el hábito de exposición diaria a los medios de difusión (de periódicos, especialmente) y el diálogo constante con todos los actores sociales posibles.
A nadie que viva desinformado, distraído, desconectado del mundo o aislado, la realidad lo llama para anunciarle todo lo que hay aún por investigar.
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